Caigo en la cuenta que faltan pocas semanas para la gran cita-romería-sarao-ineludible-anual, la Feria de todas las Ferias, el momento en que todos los provincian@s nos montamos en el tren y peregrinamos a la capital.
Me pongo nervioso y atacao, la gran pregunta: ¿Qué me pongo?. Urgentemente tengo que llevas el fondo de armario a la tintorería, pedir hora en la pelu y sacar brillo al zapaterío, que uno no puede ir de cualquier manera por el mundo, y menos al lugar donde se luce el palmito rodeado de ayudantes de galeristas clónic@s-elegantísim@s-estupend@s. El lugar donde te cruzas con las camisas puestas del revés a modo de pantalones y ell@s tan divin@s de la muerte.
Lo curioso de los modernillos de provincias es que, aún embutidos en nuestras mejores galas, dejamos un rastrillo cateto, como de catálogo cool pero con poca percha, no sé, al final te das cuenta que vamos vestidos de Domingo, y eso se nota.
Nota. Me han regalado un tochaco de los que quedan estupendos en las fotos de decoración, su título "antes de ayer y pasado mañana, o lo que puede ser la pintura hoy", el texto de David Barro está muy bien, todavía hay quien se lee estas cosas. El libraco es oportuno para ponerse al día, pues siempre hay quien escribe la crónica a la vuelta de la feriaca confirmando la vigencia y buena salud de la disciplina.
La fiestuqui del año pasado, lo más de lo más, te lo juro por Vuitton
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