Calatrava. Maestro sostenible
Las manzanas deben de poder comerse, el vino debe
de poder beberse. Las sábanas no deben de hacer rozaduras y las sillas sirven
para sentarse. Por supuesto que hay manzanas incomestibles y vinos que no valen
ni para cocinar. Todos conocemos sábanas ásperas como felpudos y hemos sufrido
alguna silla con la sensación de estar en equilibrio constante, pero eso no
anula lo primero.
La última etiqueta para la arquitectura más “modenna” es la de
sostenible. Toda la arquitectura es sostenible, la evolución y los descubrimientos
en este campo siempre han estado dirigidos por este principio. Por supuesto que
hay edificios imposibles, que para calentarlos en invierno no hay suficiente
calefacción en el mundo mundial, que te pegan un solazo que ponte a trabajar tú
delante de una pantalla, que se suponen que son museos y prueba a colgar
cualquier cosa e iluminarla, que si abres la puerta te llevará el huracán y si
la cierras te asfixiarás dentro, que como tengas que limpiar las ventanas ya
puede tocarte la primitiva. Esta arquitectura simplemente es absurda y mala,
por mucho diseño estupendo y cool que le cuelguen. En el Sur las ventanas son
pequeñas, en el Norte grandes.
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