La situación actual nos está colocando en la
encrucijada, entre la resignación y la búsqueda de nuevas soluciones. Sin duda
el camino interesante es el segundo, aunque para tomarlo se necesita demostrar
estar en posesión de ideas claras y ganas de hacerlas, hay gente que está en
ello. Refiriéndonos a instituciones Culturales es fácil encontrar ejemplos que,
pese a los recortes presupuestarios, continúan ofreciendo programaciones llenas
de propuestas brillantes.
Es complicado poner en marcha o sacar adelante un proyecto cuando las carencias de ideas, y de ganas, es más que patente.
Camuflarse bajo la excusa de la falta de medios denota la mediocridad de
quienes lo encabezan, así como la falta de un discurso crítico, que en algunos
casos nunca ha estado claro ni hemos tenido oportunidad de conocer, todo ello se refleja en lo limitado de las experiencias e investigaciones
programadas.
En épocas pasadas, de fuegos de artificio y
disparates construidos con pólvora ajena, ha sido relativamente sencillo armar
temporadas con muestras de interés. En estos momentos es cuando los
responsables están llamados a demostrar por qué ocupan sus puestos, y desde
luego hay algunos que no están dando la talla.
Con mucha pasta es relativamente sencillo
triunfar, sin un euro hacerlo es ser un crack.
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