Conocidas las reducciones presupuestarias a las que todas las instancias culturales hacen frente (bueno, todas no, las ayudas al cine crecen) los responsables de los espacios expositivos tienen que afinar el ingenio para cubrir sus programaciones. Las estrategias para ello son variopintas: alargar los tiempos de las muestras, reducir gastos en producciones más abarcables, en el peor de los casos despedir directamente al personal... en fin.
Una de las fórmulas es recurrir a las propias Colecciones y, en este caso, sería un buen momento para realizar relecturas de los fondos adquiridos, no se trata simplemente de colgar lo que se tiene para cubrir huecos, se debe de aprovechar para comprobar lo versátil de las obras, los posibles espacios que faltan por cubrir.
Es una buena oportunidad para generar diferentes discursos y relatos, dependiendo de lo que se pretenda contar,de las diferentes miradas que un mismo grupo de obras pueden estimular, de demostrar qué memoria o memorias se construyen.
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