Y él se empeñaba en que
la silla era suya. Y los demás le pedían a grito pelao “Paco aguanta!!!”, como
aquél mítico grito de guerra del Gran Hermano que tanto le gusta a Gustavo
Bueno, con la misma intensidad que desprecia a los que nos indignamos, pero le quitaron
la razón y todos salieron huyendo.
Huyendo y jodiendo hasta el final dejando
todo hecho unos zorros.
La rubia de labios de botox le dijo que no se
preocupase, que le esperaba con los brazos abiertos, que lo otro ya se lo
pensaría. Los llaniscos fueron los primeros en poner los pies en polvorosa,
luego muchos otros. A alguno se le descompuso la cara al enterarse que tenía
que recoger, y algunos nos reímos hasta
la extenuación cuando les vimos las caras de estupor. Y luego todo cambió para
seguir siendo lo mismo.
Todos jodidos, pero unos más contentos que otros.
Y colorín colorado este
cuento se ha acabado.
Había una vez…….
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