Hace unos meses, en una
mesa de debate en la que se encontraban representantes de diversas fuerzas
políticas, los portavoces de tendencias más conservadoras se empeñaban en
justificar, por una parte la necesidad de centrar sus programas en una mirada a
las tradiciones mas folclóricas como seña de identidad, por otra la
reivindicación de políticas culturales “modernas”. Ante la insistencia en este
término, y la curiosidad de qué entendía por ellas, la respuesta fue poner como
ejemplo la iniciativa puesta en marcha por la corporación local de un concurso
de pintura joven.
Acaba de fallarse el
evento, con una dotación económica aceptable, en un momento en que ellos mismos
justifican los recortes en todo lo imaginable, como la interrupción de
adquisición de libros para las bibliotecas públicas, el cierre de salas de
exposiciones, la eliminación de actividades y un largo etcétera de todos
conocido, y con la sensación de que este tipo de inventos tienden a desaparecer
en pocas temporadas por lo que el dinero destinado caerá en saco roto.
Las políticas culturales
“modernas” pues han consistido en repetir la fórmula del concurso de pintura
que aparece en la agenda de un buen número de ayuntamientos. Otra de las
propuestas era la puesta en marcha de una Bienal de Pintura, por supuesto, con
la sorpresa e interrogante por mi parte de no entender por qué lo que hace unos
años se eliminó del programa cultural de otra ciudad, con una alcaldía del
mismo signo político, por considerarse obsoleta, en estos momentos sí es “moderna”
y oportuna para otra, en fin…
Imagino que la presencia
en la comisión asesora de una galerista dedicada a esta disciplina
fundamentalmente, tendrá algo que ver en esta toma de decisiones. También me
pregunto por qué muchas voces críticas con instituciones que están centrándose
en nuevas tendencias y tecnologías, y cuyo reproche fundamental es el verse
excluidos como creadores en sus programaciones, y que ponen como argumento la
tradición y validez de todos los lenguajes, sin embargo no dicen nada cuando lo
propuesto se cierra a uno solo de ellos, casualmente a aquél a que se dedican
muchos de ellos.
Como decía el poeta, “hay
que ser absolutamente moderno”.
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