Si algo ha caracterizado
la trayectoria del Festival Internacional de Cine de Gijón en sus últimas
ediciones, es lo que podríamos definir como un “espíritu indie”. Este sello de
personalidad propia es lo que le ha dado una proyección fuera de nuestras fronteras,
también dentro, convirtiéndolo en una cita para todo un público que busca un
tipo de cine fuera de los canales comerciales y con un modo de contar las
historias muy definidas y alejadas del entertainment.
Prueba de esa proyección
ha sido la repercusión en todo tipo de medios de comunicación, reacciones de
colectivos profesionales y protestas ciudadanas que conllevaron la destitución
de su anterior director, algo que jamás había ocurrido con anterioridad en un
caso semejante.
Hace unos días leíamos en
la prensa la noticia de la contratación del estudio de Mariscal para el diseño
del logotipo conmemorativo del 50 Aniversario del Festival, así como de todo lo
relacionado con las aplicaciones del mismo en merchandising e imagen del mismo.
Nadie pone en duda la valía la profesionalidad contrastada del diseñador
elegido, pero la historia chirría.
No sé si esta decisión
tendrá algo que ver con el fiasco del primer logotipo presentado desde la nueva
dirección del FICX, un ejemplo penoso y trasnochado que causo la crítica y la
coña, como no podía ser de otra forma.
Este espíritu “indie”
mencionado, se ha escenificado de forma impecable en la gráfica que ha
acompañado sus ediciones durante estos años, de la mano de dos de los
diseñadores más eficientes y brillantes que trabajan por estas latitudes.
Primero de la mano de Manuel Fernández quien crearía esa imagen indisociable
del ojo que nos ha acompañado hasta ahora y que fue base de intervenciones en
toda esa gráfica surgida en forma de protesta en ese cambio de dirección ni
entendida ni aceptada por los aficionados. Segundo con Marco Recuero que nos ha
deleitado con imágenes deliciosas que han impregnado y alimentado ese mismo
espíritu, no se puede dejar de recordar la “dinosauria” que alguien dijo sólo
podía ser cartel de un Festival como este, o más recientemente el de la última
edición, unos ojos que nos miraban desde cualquier rincón, llenos de energía y
frescura.
Encuentro una
contradicción entre lo declarado y las decidido por los nuevos responsables,
que blandían la bandera de lo local, del apoyo al cine hecho aquí, a los
productores que tenían la necesidad de emigrar…. bueno, toda esa retahíla de
argumentos poco sólidos y que se acercaban peligrosamente a una actitud
puramente localista y, en mi opinión, cateta.
Hace unas semanas ya
escribía una crítica analizando la buena salud de la ilustración en esta
región, en gran parte por el trabajo realizado durante años en las Escuelas de
Arte, sigo opinando exactamente lo mismo. La gráfica del FICX ha funcionado
perfectamente hasta ahora, y ello ha permitido la proyección de esos mismos
profesionales de la mano del propio Certamen, no creo que fuese ahí donde
Carballo debía de comenzar a implantar su sello, a no ser que pretenda
convencernos de lo modernos y cosmopolitas que somos al contar con el diseñador
catalán, si esa es su intención, además de populista, pues tendrá que saber que
también nos podíamos sentir así con el trabajo ya hecho, aunque me da la
sensación de que el interés radica en proyectar a un gremio del que forma
parte, lo demás nos trae al fresco.
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