Hace unas semanas asistimos en el local de Ciclos Esplendor al bolo de Koji Kanuto, personaje a medio camino del performer, el dj y la música electrónica, actuación disparatada y divertida de alguien cubierto con un casco tuneado de artefactos y luces que dibuja la sonrisa en la cara de los asistentes, envueltos en frases provocadoras y un sonido amplificado en considerables decibelios.
A pocos metros, como cualquier otro fin de semana, cientos de jóvenes ocupan las calles colindantes, lugar de encuentro de chicas que lucen excesivos maquillajes y ponen en peligro su integridad fÃsica subidas a tacones imposibles, ofreciendo estampas de equilibrios inestables producto de la inexperiencia en el uso de este tipo de calzado, a lo que se suman faldas tan estrechas que dificultan su movilidad, y algún que otro exceso etÃlico. Junto a ellas, chicos que interrumpen el tráfico de vehÃculos, enfundados en sudaderas con capucha y pantalones de proporciones exageradas, gritan y vociferan como seña de identidad en su modo de comunicarse, elemento que forma parte del rito de señalarse como macho alfa de la manada.
Avanzada la actuación de K.K., se personan un par de agentes de la policÃa que explican la llamada de una vecina molesta con el sonido y ponen fin al evento, bajo el argumento de la inexistencia de licencia para este tipo de actividades, hay que recordar que estamos en un taller de reparaciones de bicicletas. Desconozco si todo ello tendrÃa relación con el estribillo del tema estrella de la noche, coreado por los allà presentes:
“Sois unos hijos de puta…..y yo también”
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